domingo, 29 de marzo de 2015

Educación en el mercado global. Los peligros de la cohesión social.


Las sociedades necesitan de un pensamiento y unas convicciones fuertes y sólidas en detrimento de un escenario de pensamientos relativos y débiles:

El pensamiento liberal -especialmente el neo- ha sido de siempre construido y diseminado desde unas convicciones y una ética clara y sólida. De hecho, podemos atrevernos a afirmar que es esta fortaleza una de las claves de su éxito social tan amplio. El liberalismo rehuye del relativismo y vive de unas ideas y valores concretos que se estructuran a partir de una lógica. Todo lo que suene diverso es aceptado en la medida que los elementos básicos del orden social que preconiza el liberalismo no se toquen.

En los tiempos presentes, estas convicciones se han aferrado con frecuencia a los valores religiosos, como un espacio de seguridad recuperado a la devastadora secularización propia del siglo pasado. Encontramos debates educativos en la esfera internacional que preconizan la conveniencia de sustituir el darwinismo por el creacionismo en los currícula escolares, u otros practican un laicismo como una religión y prohíben la presencia de símbolos religiosos en los espacios educativos de carácter público. El objetivo es rehuir la confusión que implica convivir con la diversidad.

Huelga decir que los efectos de medidas de este tipo tienen consecuencias significativas en el terreno educativo. La convivencia en entornos rígidos, en los que la diversidad tiene los límites que impone la mayoría dominante, se hace difícil, y algunos educandos no se sientes reconocidos en el contexto en el que se lleva a cabo la propuesta educativa. La falta de conocimiento y de reconocimiento en la vida de un grupo conlleva de forma habitual la generación de distancia y, en ocasiones de conflicto, del todo evitable si se intenta dejar de lado el fundamentalismo sea cual sea su sentido.

Sin embargo, tenemos que decir que entre fundamentalismo y relativismo, que marcan los extremos del terreno de juego, se abre un espacio amplísimo a ser cubierto desde el diálogo. A diferencia de la dimensión más cultural de la diversidad, cuando entramos en el terreno de las convicciones y, a veces, en el de la religión, la posibilidad de construir escenarios de convivencia se hace más compleja porque la existencia de dogma dificulta la generación de opiniones compartidas. Pero es el diálogo, como decimos, el que puede abrir posibilidades de encuentro y comprensión racional de las posiciones del otro. La fortaleza de la convicción, al contrario de lo que algunos que se autodenominan liberales predican, no radica en la persistencia de la repetición del mensaje, o en el mantenimiento de la propia posición con independencia de posturas ajenas, sino en la capacidad de abrirse a la palabra del otro sin miedo y con el convencimiento de que obtendremos un posible enriquecimiento de la propia mirada que si no fuese así no sería posible.

Essomba, M.A. (2009) Educación en el mundo del mercado global. Los peligros de la cohesión social. Educación social.

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