En la actualidad todavía estos sentimientos no han sido totalmente contrarrestados y anulados. Incluso puede verse reafirmado un notable sentimiento antinacionalista en la medida en que se propaga un mensaje explícito e implícito sobre una única concepción de nacionalismo, la de la derecha política o de totalitarismos fundamentalistas y además impregnada de manifestaciones xenófobas. No podemos ocultar que, en la actualidad, para muchas personas nacionalismo es igual a racismo, egoísmo e intransigencia. Sin detenerse a analizar las distintas concepciones de nacionalismo existentes.
La defensa de la identidad nacional desde perspectivas de la izquierda democrática nunca fue unida a posturas de racismo sino, por el contrario, de solidaridad, respeto y valoración de las diferencias. La nación es el espacio donde se fragua la identidad social de los diferentes colectivos humanos. La aceptación de la propia identidad es una de las principales condiciones para saber valorar la de los demás. La patologización de la conciencia nacional, elaborada sobre la base de una conciencia de superioridad, de total autosuficiencia, es lo que explica la aparición de una conciencia y conducta racistas.
Como subraya Benedict Anderson (1983, pág. 136), "la pesadilla del racismo tiene su origen en ideologías de clase más que en las de nación". Incluso no es raro escuchar todavía argumentos basados en pretensiones de tener derecho a un destino más importante gracias a intervenciones de la divinidad, a la elección que ésta realiza de sus gobernantes, o a la posesión de sus miembros de sangre "azul" o "blanca", o a la transmisión por "herencia genética" de determinadas condiciones y privilegios.
Un currículum democrático, respetuoso con la diversidad política, cultural y lingüística, tiene que ofrecer posibilidades a todos los alumnos y alumnas de comprender la historia, tradición e idiosincrasia de su propia comunidad. Algo que implica necesariamente conocer también la de los demás pueblos del Estado, en el marco de una filosofía de respeto, colaboración y solidaridad.
Jurjo Torres: Globalización e interdisciplinariedad: el currículum integrado. (1994)
La defensa de la identidad nacional desde perspectivas de la izquierda democrática nunca fue unida a posturas de racismo sino, por el contrario, de solidaridad, respeto y valoración de las diferencias. La nación es el espacio donde se fragua la identidad social de los diferentes colectivos humanos. La aceptación de la propia identidad es una de las principales condiciones para saber valorar la de los demás. La patologización de la conciencia nacional, elaborada sobre la base de una conciencia de superioridad, de total autosuficiencia, es lo que explica la aparición de una conciencia y conducta racistas.
Como subraya Benedict Anderson (1983, pág. 136), "la pesadilla del racismo tiene su origen en ideologías de clase más que en las de nación". Incluso no es raro escuchar todavía argumentos basados en pretensiones de tener derecho a un destino más importante gracias a intervenciones de la divinidad, a la elección que ésta realiza de sus gobernantes, o a la posesión de sus miembros de sangre "azul" o "blanca", o a la transmisión por "herencia genética" de determinadas condiciones y privilegios.
Un currículum democrático, respetuoso con la diversidad política, cultural y lingüística, tiene que ofrecer posibilidades a todos los alumnos y alumnas de comprender la historia, tradición e idiosincrasia de su propia comunidad. Algo que implica necesariamente conocer también la de los demás pueblos del Estado, en el marco de una filosofía de respeto, colaboración y solidaridad.
Jurjo Torres: Globalización e interdisciplinariedad: el currículum integrado. (1994)
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