lunes, 30 de marzo de 2015

El mundo y el lenguaje

[...] El bebé es crédulo y adivino. Crédulo porque admite sin reticencias que lo que su madre dice tiene un significado, aunque todavía no lo entienda. Esta creencia, a la que podríamos llamar el a priori de la significación, ha de ser innata, porque ¿cómo podríamos explicar al niño que lo que le decimos debe aprenderlo, comprenderlo y usarlo? Necesitaríamos de un lenguaje para enseñar el lenguaje, y así llegaríamos al infinito.

Es adivino, porque hace falta serlo para entender lo que un adulto dice. En efecto, a los adultos nos parece que una definición ostensiva es un método pedagógico claro. Si señalo un vaso que hay sobre la mesa y digo <<vaso>>, ya he pegado la etiqueta léxica al objeto y el niño sólo tiene que agarrar el conjunto. Objeto y palabra quedan ya emparejados para siempre. Vamos a ponernos en el caso del niño para percatarnos de su genialidad. Visito una tribu desconocida, sin intérprete, y uno de sus miembros se encarga de enseñarme su lenguaje. Poco más o menos, en un estado semejante de indefensión se encuentra el bebé. Mientras el indígena y yo paseamos por los alrededores del poblado, espantamos a un conejo que se escabulle veloz entre los matorrales. El buen salvaje señala al conejo y grita algo confuso que yo entiendo como <<gnukà>>, pongamos por caso. ¿Qué ha querido decir? ¿De qué ha hecho la definición ostensiva? Tengo que adivinar que ese ruido, que por de pronto supongo que tiene un significado, y que no es un eructo, un taco o una expresión automática de sorpresa, significa cualquiera de estas cosas: conejo, lo hemos espantado, corre, ¡qué divertido!, está asustado, animal, comestible, me lo comería ahora mismo, ser vivo, color gris, piel buena para hacerse un sombrero, regalo de los dioses, pequeño dios de las llanuras secas, o, simplemente ¡mira! Supongo que significa <<conejo>>, de manera que cuando al volver al poblado veo que están preparando un conejo para guisarlo, digo muy ufano <<gnukà>>. Mi profesor se ríe a carcajadas y niega con la cabeza. ¿Qué quiere decir con ese gesto? Se me ocurren varias posibilidades: he pronunciado mal la palabra, y eso le divierte, he pronunciado bien la palabra, y eso le sorprende, <<gnukà>> no significa conejo, o, tal vez significa conejo vivo, pero no conejo muerto. Tal vez todos los animales reciben otro nombre mientras están siendo guisados. Pues bien, esta endiablada operación de adivinar, hacer hipótesis, comprobarlas, corregirlas, es la que el niño realiza con increíble soltura a partir de su primer año de vida. 

Marina, J.A. (1993). Teoría de la Inteligencia Creadora. Anagrama. Capítulo IV: El mundo y el lenguaje

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